Para una pareja que no consigue un embarazo no hay nada más desesperante que los resultados de todas las pruebas sean normales. Es lo que llamamos la esterilidad de origen desconocido (E.O.D), y aproximadamente la vemos en un 20% de los casos que acuden a la consulta. Y ¿por qué es desesperante? Sencillamente, porque cuando algo no funciona en cualquier ámbito de nuestra vida, lo que intentamos hacer es localizar el problema y poder así buscar una respuesta adecuada. Pero cuando todo está aparentemente bien, se nos genera una sensación de angustia por creer que, si no hemos encontrado la causa, tampoco seremos capaces de encontrar la solución.
Hemos de entender primero que el estudio inicial al que se somete una pareja con problemas de esterilidad es básico. Por lo tanto, si las pruebas salen normales debemos interpretar que, hasta donde hemos estudiado, todo está bien. En ningún caso podremos afirmar que no existe ningún problema, porque si realmente no lo tuvieran, es obvio que no estarían en un Centro de Reproducción.
Y el hecho de que en la FIV podamos valorar «in vitro» lo que pasa «in vivo» a veces no sirve sólo como tratamiento, sino que tambien nos puede aportar información hasta ese momento desconocida y nos puede ayudar a entender el origen del problema, sobretodo en aquellas parejas con E.O.D. Por eso es importante analizar los datos de un ciclo de FIV cuando éste acaba.
Así, al reevaluar cada caso, vemos si la respuesta ovárica a la estimulación, la tasa de fecunción de los ovocitos y el número de embriones resultantes han sido los esperados por la edad y características de la pareja. Y por supuesto, también se debe de tener en cuenta la evolución de dichos embriones durante los días que han permanecido en el incubador.
Estos datos (e insisto que no siempre) nos pueden ofrecer alguna explicación de qué es lo que pasa «in vivo» para no lograr ese ansiado embarazo. Por ejemplo, si los óvulos de una pareja no fecundan dentro de la tasa esperada, ni tan siquiera mediante la ICSI (microinyección espermática), podríamos estar ante un fallo de fecundación. O si pareja tiene únicamente embriones de muy mala calidad, quizás el problema esté en la calidad de alguno de los gametos (el óvulo o el espermatozoide). O si los embriones son de muy buena calidad pero aún así no se se implantan, deberemos dirigir los esfuerzos en descubrir alteraciones que puedan explicar esos fallos de implantación…
Como véis, y aunque sea «a posteriori», es muy importante contar con todos estos datos para poder dar soluciones a problemas que, de entrada, no habíamos sido capaces de diagnosticar.


El seminograma (o espermiograma) es una de las pruebas que se incluyen dentro del estudio básico de esterilidad.

En el último post comenté cómo se realiza la punción folicular y el tipo de anestesia que se necesita. Hoy incidiré en las complicaciones que, como en cualquier otra intervención, pueden aparecer.
Uno de los principales temores de las pacientes que se someten a una FIV es la punción folicular. Es un momento que plantea muchas dudas y también ¿por qué no decirlo?, cierto temor. No en vano, para muchas mujeres será la primera vez que entren en un quirófano. Preguntas como: ¿Cuánto tiempo se tarda en hacer la punción? ¿Me voy a enterar? ¿Me van a dormir «entera»? aparecen siempre que hablo de la punción.
Hay una pregunta que me hacen casi todas las pacientes que se van a someter a una FIV:
Cuando los pacientes se someten a un tratamiento de infertilidad, todas las emociones se viven con especial intensidad. Todo lo que rodea a la reproducción lo vivimos en nuestra sociedad de una manera muy privada, así que cuando necesitamos que terceras personas «entren» dentro de un aspecto tan íntimo de nuestra vida parece que estemos perdiendo parte de esa privacidad.
Web del CIRH:
anacer: Asociación Nacional de Clínicas de Reproducción Asistida