Repasamos la transferencia de embriones vitrificados

_M2A4775Como ya os he comentado otras veces, el hecho de preservar los embriones sobrantes vitrificándolos da opción a volver a hacer nuevos intentos sin tener que pasar por la estimulación y la punción ovárica. Esas nuevas oportunidades nos permiten aumentar la tasa acumulativa de embarazo por ciclo. Esto es, que aunque la posibilidad de conseguir gestación no varía entre la primera o las sucesivas transferencias embrionarias, el hacer más transferencias aumenta la probabilidad final de conseguir un embarazo de ese ciclo (para nosotros un ciclo incluye la punción y todas las transferencias de embriones que se han conseguido de dicha punción).

De ahí nuestro convencimiento de que cuántos más óvulos se puedan generar en una sola punción, más potenciales embriones tendremos y por lo tanto, más probabilidades de éxito le estamos ofreciendo a esa paciente.

Debemos considerar estos embriones vitrificados como opciones reales de embarazo, por más que algunos pacientes crean que por el hecho de transferir primero los «más bonitos» no tendrán posibilidades con»los otros que no lo son tanto».  Como ya sabéis, la morfología de los embriones no nos garantiza nada.  ¡Cuántas veces hemos conseguido el embarazo transfiriendo los últimos embriones,  que se dejaron para el final porque aparentemente eran los que tenían peor pronóstico!.

Así, cada transferencia, sea de embriones frescos o vitrificados, ha de ser tomada como una verdadera oportunidad de conseguir gestación.

Da igual si hacemos un ciclo natural o con estrógenos para preparar el endometrio.  No se han encontrado diferencias respecto una u otra manera. Al final la decisión dependerá de otros factores, como por ejemplo: de si la paciente tiene ciclos más o menos regulares (fundamental si queremos proponer un ciclo natural),  o de si el centro trabaja todos los días (de no ser así, forzosamente se debe hacer con estrógenos para evitar el fin de semana) o de si los pacientes necesitan saber con anticipación el día que se programará la transferencia, ya sea porque viven en el extranjero y necesitan organizar el viaje, o simplemente por motivos laborales (en estos casos utilizaremos también un ciclo preparado con estrógenos).

De una manera u otra, debemos confiar en esos embriones, se merecen darles su oportunidad.

 

Cuando ya no quedan embriones

Saber que contamos con embriones congelados ayuda muchísimo psicológicamente hablando a sobrellevar la etapa de la espera del resultado e incluso, una prueba de embarazo negativa. De hecho, cuando los pacientes agotan esos embriones que se lograron con la primera estimulación (ya sea en una sola transferencia o en varias) un vacío se apodera de ellos.

Y no es para menos, desaparece la última opción de volver a intentarlo sin tener que pasar nuevamente por todo el proceso de la estimulación. Acechan de nuevo las ecografías, los análisis, los pinchazos, el quirófano… y lógicamente el coste económico.

Cuando ya no quedan embriones

Estadísticamente es relativamente frecuente tener que recurrir a un segundo ciclo.

Y, ante eso, debemos buscar el lado positivo: lo bueno que tiene repetir es que me permite intentar mejorar los resultados viendo cómo respondió la paciente a la primera estimulación.  Podríamos decir que la primera FIV se diseña como un traje de «pret a porter», pero es en la segunda donde podemos hacer el traje completamente a medida.

Aún así, llegados a este punto creo que es muy importante hablar largo y tendido con el especialista, ya que él valorará los datos obtenidos en el primer tratamiento y orientará sobre la posibilidad de empezar un nuevo ciclo; realizar si fuera preciso estudios más complejos intentando buscar el por qué de los fallos de implantación; o incluso, aconsejar sobre otras opciones…

Y si finalmente optamos por repetir, debemos tener presente que la perseverancia es una de las cualidades más importantes de todo este proceso.  Que hayamos perdido una batalla no implica nada.  Hay que ser fuertes y seguir adelante.

«La diferencia entre el éxito y el fracaso a menudo consiste en no abandonar«.