Desmitificando la transferencia

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Vuelvo a insistir en este tema, porque me doy cuenta que sigue generando muchas dudas.

La transferencia embrionaria es la culminación de todo el proceso, el momento en el que el embrión se deposita en el útero.  Para que os hagáis una idea de cómo queda, coged un papelito lo más pequeño posible y ponedlo en una palma de la mano.  Despues juntad las dos palmas y moved las manos juntas en la dirección que queráis.  Cuando os canséis, volved a abrir las manos… está el papelito, ¿verdad?.

Pues esto es un símil de lo que sucede con el embrión una vez está dentro del útero.  Se queda en el endometrio y no se mueve por el simple hecho de cambiar de posición, o caminar, o correr, o estornudar…  sólo se moverá si aparecen las llamadas contracciones uterinas, que dicho sea de paso, son totalmente ajenas a nuestra voluntad ya que están impulsadas por la musculatura uterina (un tipo de tejido muy parecido al músculo del corazón) y que por suerte, no se pueden activar de una manera voluntaria.

Por lo tanto, ni quedarse en posición horizontal ni hacer reposo los días posteriores a la transferencia van a mejorar la tasa de implantación y el posterior embarazo.  Conclusión final:  nada de lo que hagamos va a modificar el resultado, ergo no deberíamos perder ni un segundo de nuestro tiempo angustiándonos y obsesionándonos.

¿Es fácil hacerlo?  Evidentemente no, pero os propongo algo:  cuando os surga esa preocupación, haced lo del papel entre las manos… ¡seguro que os ayuda!

 

El reposo

Parece que nunca va a ser suficiente todo lo que se ha dicho sobre el reposo después de la transferencia.  Todavía hoy veo miradas de pánico en muchas de las pacientes cuando les levantamos de la camilla de transferencia.    ¿Seguro que no se caen? ¿Puedo ir ahora al lavabo? Tengo que subir unas escaleras hasta llegar a casa, ¿hay algún problema? ¿puedo coger en brazos al otro niño que tengo? Como éstas, muchas otras preguntas aparecen de repente.

El reposo

Imagínaos el endometrio como una red de pequeños vasos sanguíneos, formando una especie de «esponja de coral» con agujeritos casi microscópicos donde se va a depositar el embrión.  Si pensáis en ello, entenderéis que los embriones no se podrán caer por el hecho de cambiar la posición corporal, ni por ir al baño, ni por subir escaleras, ni por coger a un niño pequeño en brazos… Otra cosa es que implanten o no, pero eso, desgraciadamente, no dependerá de nada de lo que hagamos.  Y digo desgraciadamente porque ojalá la evidencia científica fuese otra, y pudiera decir que si la paciente se quedara estirada en la cama durante tres días aumentaría su tasa de embarazo.  Pero nada más lejos de la realidad.

Por eso, cada vez más, la recomendación de los especialistas es la de mantener una vida normal.  Al final, el sentido común (que es el menos común de los sentidos) debe prevalecer sobre ideas que no nos van a aportar nada, más bien al contrario, pueden ser perjudiciales porque aumentan la ansiedad de esos días de espera ya de por si desesperantes.  La naturaleza es muy sabia, no lo olvidemos.