Cuando hablamos de problemas de reproducción, casi siempre pensamos en aquellas parejas que nunca han conseguido un embarazo. Pero no siempre es así. Existen muchas parejas que llegan a tener embarazos, pero éstos no finalizan. Es lo que se considera parejas infértiles (o abortadoras de repetición) y, en mi experiencia, éste puede ser un proceso muchísimo más duro, con un desgate físico y psicológico muy importante.
Existen varios tipos de abortos en función del momento en el que se producen:
-Los abortos bioquímicos, son los que suceden en los primeros días después de confirmar el embarazo. En estos casos, no se llega a ver por ecografía ni tan siquiera el saco gestacional.
-Los abortos clínicos, son aquellos en los que se ha visto el saco por ecografía. Pueden dividirse en precoces o tardíos según la semana de gestación en la que ocurran. Así, si ocurren antes de la semana 12 se consideran precoces, y tardíos si aparecen entre las 12 y las 20 semanas.
La existencia de un sólo aborto no implica realizar ningún estudio adicional. De hecho, se ha demostrado que un 30% de los embarazos no evolucionarán correctamente.
Pero con dos abortos la cosa cambia. Ya no es cuestión de «mala suerte» y por eso la gran mayoría de expertos recomienda iniciar los estudios específicos para intentar descubrir cuál es la causa.
¿Y por qué con dos abortos y no con tres como se hacía antes? Pues porque se ha visto que la posibilidad de que aparezcan alteraciones en las pruebas es muy similar entre las parejas que han tenido dos o aquellas con tres o más abortos.
Aún así, todavía hay ginecólogos (que no son expertos en reproducción) sin esta información que no solicitan ningún estudio hasta que no se confirma un tercer aborto. En nuestras manos está cambiar esta mentalidad. Cuánto antes estudiemos el caso, más abortos podremos evitar.
Sobre las causas de los abortos de repetición … mejor lo dejo para el próximo post.